Este relato está escrito por M. Pilar, diagnosticada de Parkinson, extraoficialmente el 26 de diciembre de 2019.
La lectura se hace mucho más amena con música y la elegida para este relato es “Danzón No 2, de Arturo Márquez”
Érase una vez, una joven princesa, que tuvo una infancia muy, muy feliz .
Y creció con tanta felicidad, amor y humildad que, pronto llegaron los éxitos.
Éxitos personales , pues se casó con su príncipe azul y fueron los papás con más fortuna que jamás soñaron, de una niña y un niño preciosos, que además eran muy inteligentes y cada día a su lado era puro aprendizaje tanto de valores humanos, cómo de cualquier tema de actualidad...
Llegaron también, los éxitos profesionales, pues era lo que deseaba en ese reino donde nunca quiso ser más que princesa...
Cuando alcanzó la madurez, cuando el cuento tendría que continuar diciendo aquello de "y vivieron felices y comieron perdices ", la niñita que no quería ser reina estaba a punto de tenerlo todo, y claro está, todo no se puede tener..
Por una parte, lo mejor que pasó en su vida, los pequeños habían crecido y estaban logrando sus objetivos:
Ella, la que, además de su título de princesa le robó su corazón , estaba a punto de casarse y de ser lo que siempre había deseado ejercer su profesión en odontóloga.
Él, ese pequeño de ojos azules y pelo rubio, que soñaba con ser músico, había crecido y estaba haciendo su sueño realidad...
Fue entonces cuando empezó a sentir que su cuerpo no era el de la joven que había sido , ni siquiera se parecía en nada, es más, se dio cuenta que día a día iba perdiendo rapidez, flexibilidad, entusiasmo y alegría.
Y cómo no podía ser una sola cosa, iba viendo cómo su letra cada vez se deterioraba más y la hacía más pequeña…, esto le dolió mucho, pues, cuando de pequeña veía la letra de su padre, se quedaba prendada de ella, hasta que consiguió escribir casi, casi igual que él. Para ello practicó y practicó hasta escribir libretas y más libretas de relatos. Y ahora…¿qué le estaba pasando? tal vez tenía razón esa compañera que le decía que era falta de autoestima…, si tal vez fuese eso…
Pero llegó a no saber hacer cosas tan cotidianas como; mover el café con leche, untar una tostada, fregar un plato, barrer, incluso maquillarse...
¡Dios mío! ,¿qué me pasa? Pensaba en silencio , porque no quería alarmar a nadie. Empezó a hacer ejercicios de memoria, pues temía que fuese Alzheimer, ya que esa enfermedad era hereditaria y triste, muy, muy triste…
Y por fin se casó la niña de sus ojos, con el chico que cualquier madre desea tener de yerno. Fue un día especial , mágico, inolvidable. La felicidad era completa.
Pero justo 15 días después , empezó a notar que se clavaban los pies al suelo y vino su primer porrazo…
A partir de ese día fue un ir y venir al médico de cabecera y un sinfín de miedos por si volvía a caer. En el trabajo, lo único que notaba era la lentitud, que ya es notar en un trabajo cómo el que tenía…
Por favor ¿qué le estaba pasando? Ella, que nunca había deseado mal para nadie…
Unos meses después, coincidiendo con el segundo día de Navidad , fueron ella y su marido a ver a un neurocirujano y padre de una amiga de su hija. Cuando la vio y al principio de hablar, le dijo con firmeza :
- Vd. tiene Parkinson.
Y le recetó las primeras dosis de Sinemet, que tanto bien le hicieron.
Ella, le preguntó qué podría hacer para combatir la enfermedad y él, le dijo:
- Ser feliz.
¡SER FELIZ!
Aquellas palabras resonaban en su cabeza..., y bromeando cantaba la canción de Loquillo: “Yo para ser feliz, quiero un camión, yo para ser feliz quiero un camión"
Para ella no fue un golpe saber de su enfermedad, sino un alivio… pues ella sabía que le pasaba algo y ahora sabía lo que era, y tendría solución, porque siempre dijo que esa enfermedad no tenía que poder con ella.
Y cuando estaba a punto de culminar su gran deseo profesional no pudo hablar en una conferencia cómo había hecho tantas veces… y eso le hizo venirse abajo…
Y enseguida una pandemia arrasó a las personas más nobles, mayores de todos los reinos, de todos los países, de todo el mundo… y con ello llegó un confinamiento total.
Y con el confinamiento llegó el Erte y con éste llegaría ¿el olvido? Esta pregunta aún sin respuesta ..
Y en su cabeza, no dejaba de sonar lo qué escucho tiempo atrás...SER FELIZ
A partir de las vacunas contra el maldito virus, esa receta cobró sentido, para ella, para mi, al encontrar otras personas que, cómo yo, eran enfermos de Parkinson y cómo yo, tenían un propósito… SER FELICES
¿Dónde podría encontrar todo esto? En la asociación juntos contra el Párkinson. Lugar mágico, donde no se deja entrar la tristeza, no tiene cabida. Un reino donde el lema es ser felices porque, cómo dice el jefe, nuestro presi... “El enemigo del Parkinson es la Felicidad”. Un lugar dónde reina la amistad, la confianza, el compañerismo, donde enseñan a quererse, donde cada día aprendo una cosa nueva de cómo se debe ser, de cómo se debe comprender y de cómo se puede ser feliz.
Así ahora el cuento de hadas , príncipes y reinos puede continuar...
M. Pilar Almela Catalá
Fantastico igual que tu te quiero