Luchar por la propia vida o la propia salud es instinto de supervivencia. Estamos programados para ello. Salvo casos muy excepcionales, todo el mundo quiere seguir viviendo y hacerlo en buenas condiciones de salud. Suponer que la evolución de una enfermedad depende fuertemente de la actitud que el enfermo adopta ante las misma, implica culpabilizar a los que terminan vencidos por su enfermedad por no haber luchado lo suficiente. En general, no hay personas luchadoras y no luchadoras. Todos afrontan la enfermedad con los recursos disponibles. Está demostrado que una actitud positiva, tiene una repercusión favorable en el desarrollo de muchas enfermedades. Y es claro, además, que esa actitud positiva va a permitir que la persona que padece una enfermedad lo haga con mejor estado de ánimo y menor sufrimiento. Todo esto forma parte del instinto de supervivencia: búsqueda de estrategias que nos permitan vivir más y mejor. Lo que tiene un gran valor es plantear esta lucha instintiva contra la enfermedad de una forma que aporte tranquilidad y, por qué no, felicidad a los demás, tanto a las personas cercanas como a las que no conocemos pero que están en una situación similar a la nuestra. Por ejemplo, y centrándonos en el párkinson, podemos intentar disminuir la preocupación y la ansiedad de las personas cercanas no exteriorizando de forma repetitiva nuestras inquietudes o nuestro desasosiego, Esto no impide que podamos mantener una conversación en la que planteemos abiertamente nuestras preocupaciones y temores. Una charla tranquila y razonada sobre estos temas puede tener un efecto positivo y liberador en nosotros y ayudar a nuestro círculo de apoyo a entender mejor nuestras inquietudes respecto al futuro y así poder prestarnos un mejor soporte. También contribuye a disminuir la incertidumbre sobre el futuro, el involucrarse en nuevos proyectos y perseguir nuevos objetivos. La persona con párkinson centra su atención en esos objetivos y la aparta temporalmente de los detalles de la evolución de su enfermedad. Al mismo tiempo, transmite una actitud que ayuda a sí mismo y a los demás a imaginar un futuro en el que esos proyectos se hacen realidad. Además, el mantener esta disposición activa puede, en algunos casos, inducir en otras personas con situación médica similar, un impulso para plantear sus propios objetivos y pasar a formar parte del grupo de personas con enfermedades crónicas que tratan de crear un entorno saludable alrededor de su problema de salud.
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