Quedaría dramático, sería un buen comienzo, decir que el día del diagnóstico fue el día D de mi vida, y que a partir de allí todo cambió. Pero no fue así. Cierto es que estuve un día o dos pensando si el ascensor podría darle cabida a una silla de ruedas. Pero pronto volví a mi normalidad. Y pronto supe de personas como yo. Muy distinta sería mi vida si no hubiera entrado el contacto con ellos. El motivo que nos une no le quita puntos a nuestra amistad. Si pienso en JCP pienso en buen humor y buen rollo, en el ”Malecón” y el ”Camino”. Y lo nuestro es normalidad en el buen sentido de la palabra. Luchamos contra el Parkinson porque la vida es, en cualquier caso, una lucha. En el buen sentido de la palabra.
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